
Tres chicos acuden al programa de manera presencial, otros cinco lo hacen vía ‘e-mail’
El vestíbulo de entrada del centro está lleno de carteles. “La discriminación es el peor virus”, reza uno de ellos. Pese a ser un instituto, los paneles, todos con referencia a la educación sexual, están impolutos. No hay pintadas con bromas al respecto. “Eso es algo que dice bastante de cómo son los alumnos”, dice orgulloso José Joaquín Álvarez de la Roza, de 46 años, profesor del Ciclo Formativo de Gestión de Empresas en el Duque de Rivas.
Él es el alma de un proyecto de tutorías pionero en España. El consejo escolar no sólo le respaldó, sino que hizo constar en acta su firme apoyo al proyecto. En la actualidad, 23 profesores de los 103 del claustro participan de alguna manera en una iniciativa de la que ya se han beneficiado ocho alumnos. Tres lo han hecho, y lo siguen haciendo, de manera presencial; los otros cinco, por e-mail.
Álex, de 18 años, acude regularmente a tutoría. Habla como si fuera mayor. Viste una camiseta con la S de Superman, vaqueros largos, y tiene un piercing en el mentón. “Tienes miedo al rechazo, de tus padres, de tus amigos… Pero yo estaba tranquilo porque sabía que con José Joaquín contaba con un apoyo en caso de caída”, cuenta con desparpajo. Álex se declaró bisexual a los miembros de Cogam (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid) que fueron al instituto a dar una charla; después envió un correo a José Joaquín para contárselo.
“Aquí siempre nos han informado sobre la homosexualidad, con charlas, con películas. Y eso hace que la gente no lo vea como algo raro”, explica este joven, que ahora colabora con el tutor en los diferentes talleres e incluso responde a algunos de los correos electrónicos que llegan de otros chicos.
El caso de Manuel (nombre ficticio), de 17 años, es bastante diferente. Viste un chubasquero azul y debajo una sudadera con capucha. Apenas deja ver las manos y mueve los pies todo el rato. Cuando están quietos los deja en tensión, como si hiciera ballet. Durante la conversación repite varias veces la palabra “miedo”. ¿A qué? “Pues a cómo afrontarlo, a cómo decirlo. De momento sólo lo saben mi abuela, mi madre, mi hermana y una amiga”, dice con una media sonrisa.
“Estaba agobiado, tenía mucha presión. Cuando vi que existían las tutorías no fui directamente: contacté primero por e-mail”, recuerda. Todavía se pone nervioso cuando tiene tutoría, y espera en la puerta del aula -sólo él y el profesor saben dónde se llevará a cabo- con inquietud. “Ahora estoy muchísimo mejor, los profesores te ayudan a tener más claras las ideas, te orientan”.
“Creo que, en general, no habría una respuesta muy negativa. Sobre todo me da miedo decírselo a los hombres. A mi padre, por ejemplo. Pero desde que estoy en la tutoría estoy más tranquilo, me agobio menos. Sí, es difícil pero creo que va a llegar el día en que se lo diga”, reflexiona Manuel.
“Un 10% de los alumnos está en riesgo. Tienen miedo de hablar de su sexualidad y necesitan un referente”, asegura José Joaquín, militante del colectivo gay de Madrid y miembro de la comisión de educación del mismo. El proyecto se centra en tres puntos: atención específica al alumnado homosexual y transexual, jornadas de sensibilización educativa y atención al profesorado para que pueda introducir la realidad afectivo-sexual en los contenidos de las asignaturas que imparten. Es decir, que “Juan y María se quieren comprar un piso” también puede ser “Juan y Luis se quieren comprar un piso”.
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