
Según De Diego, cualquier adicción tiene que ser tratada y, por ende, no puede ser razón de despido para las empresas. Si el empleado rechaza el tratamiento o no responde de manera efectiva al mismo, podría ser despedido, esta vez con justa causa, explica el asesor.Ese fue el caso de un mozo que trabajaba en un restaurante de Puerto Madero, fue despedido porque se tomaba los restos de vino que los clientes dejaban en las copas al irse.
Sin embargo, la Justicia consideró que no era causal suficiente de despido y que el afectado debía recibir un tratamiento para reponerse de su enfermedad.Raúl C. de la organización Alcohólicos Anónimos, aclara que no suelen omitir opinión sobre asuntos o casos externos y por eso, fue cauteloso al considerar el caso del empleado de las Sociedad Tiro Suizo de Rosario, que luego de ser despedido por trabajar con aliento a alcohol, recibió el respaldo judicial que consideró que “La ebriedad (…) es una enfermedad inculpable a ser tratada como tal y no un incumplimiento laboral”.
“No somos una liga antialcohólica, no estamos contra los que toman alegremente, si para ayudar a los que tienen problemas y queriendo no pueden dejar, lo que les genera problemas personales, laborales, y familiares”, explica el miembro de AA. Consultado acerca de si la permisividad alcohólica podría ocasionar un libertinaje en los trabajadores, Campos sostuvo que esta sería una lectura errada ya que estos casos sentaron jurisprudencia y ayudan a comprender mejor el problema del empleado. “El alcohólico es un borracho que sufre”, sostiene Raúl, antes de aclarar que la organización sólo en un caso recibe a quienes no llegan por su propia voluntad, este es, el de aquellos trabajadores que llegan con una orden del juzgado. “Les damos certificados de asistencia pero no de recuperación, al menos, les sirve para escuchar nuestra propuesta”, se ilusionó. Raúl.
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