[caption id="attachment_14513" align="alignright" width="350"]

Los gays no tenemos un modelo único para organizar nuestras parejas. Lo que nos obliga a plantearnos cuestiones como la pareja abierta o cerrada, o si queremos vivir juntos o no. El hecho de que la pareja gay esté formada por dos hombres le confiere unas características peculiares, debidas al género de sus integrantes.
Los hombres separamos lo afectivo de lo sexual
La educación recibida por cualquier gay, así como los modelos aprendidos son masculinos, y esos modelos implican que la sexualidad se tienda a vivir separada de la afectividad.
A ellas les cuesta mucho separar el sexo del afecto. Lo que da a sus uniones un estilo en el que predomina la exclusividad, la durabilidad, y la tendencia a la estabilidad afectiva y sexual.
En el hombre no se da esta tendencia a la exclusividad sexual, aunque haya un deseo a una estabilidad afectiva, pero le cuesta cuidar las relaciones por sus dificultades a la hora de vivir y expresar sus sentimientos.
El hombre puede sentir que permanece fiel emocionalmente, aunque tenga aventuras sexuales con otros. Un gay que forme pareja, puede haber tenido muchas relaciones sexuales previas en las que todo fue algo físico, sin implicación emocional. Habrá vivido esa conquista sexual como un logro narcisista, que le ha hecho sentirse atractivo, o deseado, y por tanto valioso.
La falta de autoestima es un mal común entre muchos gays debido a la no aceptación social de la homosexualidad, y al desarrollo de su propia educación, por lo que la conquista sexual puede venir bien como forma de autoafirmarse. Dejando el sentirse querido para otro momento, idealizado (el de encontrar al príncipe azul).
Muchos hombres no quieren emparejarse para no perder su libertad sexual. El sexo les queda como la única manera de acercarse íntimamente a otra persona, sin que haya mayor implicación emocional.
El modelo de pareja es heterosexual
El modelo de pareja que tenemos es el heterosexual y se basa sobre todo en una primera fase de enamoramiento, para luego pasar a otra fase, donde se institucionaliza el amor, generalmente en forma de un matrimonio y si es posible teniendo hijos. Se hacen promesas de fidelidad...En ese caso se crean parejas en que se tiende a replicar todo lo que la pareja heterosexual nos propone como modelo. Sin tener en cuenta la especificidades que da el ser dos hombres, gays, y que ninguno quiera alterar sus identidades masculinas. Identidad que implica un rol a desempeñar en la convivencia, una actitud respecto al cuidado de la casa y a las tareas que se compartan, y posibles dificultades con la pasividad y la ternura en la actividad sexual.
Los gays no hacemos uno de hombre y el otro de mujer: ¿qué hacemos entonces? Algo que inventamos e innovamos cada día en cada pareja.
Fases de la actividad sexual en la pareja gay
- Dos hombres se enamoran, viven como pareja, empiezan a mostrarse ante los amigos, o ante la familia. Hasta ese momento solo han tenido ojos el uno para el otro, viviendo un mundo completo con la sola presencia del amado. Bastaba la fusión, lo que impulsa a tener sexo con una frecuencia generalmente alta. En esta fase los problemas sexuales se dejan a un lado, por lo poderoso del sentimiento de unión, que hace que se relativicen las posibles dificultades.
- Pero cuando empiezan a apaciguarse las idealizaciones del principio, y la realidad y los conflictos de la convivencia o la rutina se imponen, es normal que empiece otra etapa, en la que hay que lidiar con problemas alrededor de lo afectivo y lo sexual. Hay que seguir conociéndose, aprendiendo a dar placer, para así construir una relación, sexual y amorosa, duradera.
Con el tiempo la frecuencia de actividad sexual puede disminuir, pero se gana en calidad. Los integrantes de la pareja aprenden a mostrarse vulnerables y por tanto más afectivos, lo que diferenciaría el “hacer el amor” de la pura actividad de “tener sexo”, un acto mucho más físico. Cuando se tiene sexo con un extraño es normal mostrarse más distante en lo emocional, más fuerte, a veces impasible, como una manera de protegerse, con lo que se pierde parte de la calidad afectiva del sexo.
La confianza mutua tarda cierto tiempo en crearse, por eso no es muy recomendable el tener aventuras sexuales con terceros, pues la relación no lo soportaría, quedaría muy herida en su confianza.
- Luego viene una fase de reafirmación personal, en donde se retoman intereses personales pospuestos. Se busca realizar actividades que no se comparten, o se recuperan amigos y aficiones. En ese momento es cuando empieza a aumentar la posibilidad de aventuras sexuales fuera de la pareja. En ese caso el dilema moral es si ocultarlo a la pareja o hablarlo francamente, para darle un cauce que no perjudique la estabilidad lograda, y permita el crecimiento juntos.
Como tratar el tema de la exclusividad sexual
Probablemente sea un tema que no se hable hasta que no ocurra. No creo que haya muchas parejas que en sus comienzos se planteen lo que ocurriría si alguno de los dos percibe la necesidad de tener otras relaciones.
Hay casos que lo tienen claro desde un primer momento, pues se conocen bien y saben que pueden ser fieles en el amor, pero no el sexo. Y si esa necesidad es compartida por los dos, no hay problema.
Ciertas reglas
Algunos deciden abrir su pareja practicando tríos. Hay parejas que han tenido amantes durante más de un año, con el que han practicado un trío, intentando que la relación principal quede protegida.
(Hay casos incluso que viven en la misma casa).
Algunas reglas incluyen la posibilidad de que la relación extra sea en secreto.
Otra regla puede ser que siempre que liguen ha de ser fuera, no traerlos a casa, y que la única condición es que la noche es de ambos, que nunca van a pasar la noche con otros.
Con las reglas se establecen compromisos afectivos, que crean estabilidad, y que suelen implicar que quede claro que el más importante en la vida del otro es la pareja actual. Si uno se enamora
Otra situación diferente es cuando alguno se enamora de otra persona, pero tiene claro que eso será pasajero y que no le interesa poner en cuestión su pareja actual. Quizás esta forma de apertura sea la más difícil de llevar por el otro integrante de la pareja. Pues el sexo es perdonable, pero la infidelidad afectiva no, pues hace sentir mucha inseguridad y celos. Más si ese integrante de la pareja no es alguien muy seguro de sí mismo y no siente su pareja como algo totalmente consolidado. ¿Y con el sexo qué pasa?
Uno de los fenómenos que encontramos en parejas de mucho tiempo de convivencia es la desaparición del sexo. Son parejas que ya no lo practican juntos, y que sí lo hacen con otras personas. La relación ya no se basa en el sexo sino en lo intereses compartidos tanto afectivos, como de apoyo mutuo y económicos: un negocio juntos, la casa común, los hijos que se han podido adoptar o tener de anteriores matrimonios.
La pérdida de la exclusividad sexual, o de toda actividad sexual hace más importante el compartir tradiciones hogareñas (aunque sea leer juntos los diarios en la cama los domingos por la mañana) que demuestran los lazos y el compromiso que existe.
Ventajas de la pareja cerrada
En general la pareja cerrada práctica sexo de una manera más completa en lo que se refiere a expresar la vulnerabilidad y el afecto. El riesgo en una pareja abierta es acabar teniendo sexo con cualquiera menos con la pareja.
El sexo suele ser un buen termómetro de cómo va la relación, y si el sexo va bien la pareja suele ir bien. Pero cuando la pareja es abierta esa referencia se pierde.
También en la pareja abierta puede ocurrir que haya que lidiar con el enamoramiento de una tercera persona con uno de los integrantes de la pareja, cosa que puede traer bastante tensión a la relación.
Ventajas de la pareja abierta
Mejor es reconocer que se desea vivir esas experiencias fuera de la pareja, que estar engañando. Por otro lado puede satisfacer determinadas particularidades o deseos sexuales no practicados con la pareja. Y si se separa bien el “puro sexo” de lo que es el compromiso afectivo-sexual de la pareja, puede permitir tener las cosas buenas de ambos lados: seguir con la posibilidad de disfrutar del ligue ocasional y sus gratificaciones narcisistas, y por otro lado disfrutar de la seguridad y el amor que aporta la pareja.
Un asunto de gusto personal
Las parejas abiertas o cerradas tienden en general a buscar lo mismo: seguridad, bienestar mutuo, placer, confianza, entendimiento.
Cuando la pareja quiere el máximo de libertad, se respetan, buscan la felicidad en común (que no la posesión) y el máximo de disfrute sexual, es fácil que se plantee su apertura sexual, aunque durante bastantes años fueran una pareja cerrada.
Es importante aprender a hablar de nuestros verdaderos sentimientos, algo que nos hará más vulnerables, pero también más honestos y seguros en nuestras parejas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario