
Algunos neuropsicólogos asocian el éxtasis místico con una descarga en el lóbulo temporal que produce una sensación de extrañamiento personal y un distanciamiento de la realidad que se traduce en una sensación de inmensa felicidad. Esto en absoluto niega la relación que cada uno tenga con Dios pero le confiere una base neural capaz de soportarla. Cuando alguien ha vivido una experiencia así es difícil olvidarla y se tiende a repetirla mediante diversos procedimientos de oración, ayuno o rezos más o menos monótonos según la religión oficiada. Además, parece que tu estancia en el convento se circunscribe a una etapa concreta de tu existencia, alrededor de la post adolescencia.... (leer más)
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