De cómo nos afectan los nombres de antepasados
Nombre del padre (Nom-du-Père en francés), es un concepto introducido por Lacan considerando la noción freudiana del edipo. En sus indagaciones, Lacan devela a la función paterna como el soporte de la actividad simbólica de cada sujeto, la función paterna es "castradora" e instauradora de La Ley.
Entiende que la función paterna tiene como correlato a una suerte de significante (téngase en cuenta que la teoría lacaniana considera al inconsciente estructurado de un modo similar a un lenguaje) que se inscribiría inconscientemente, tal significante es el denominado Nombre del Padre. Tal significante substituye o metaforiza al deseo de la madre.
¿Y qué pasa entonces si te llamas igual que tu padre, madre, hermano fallecido o llevas el nombre de un antepasado?
Quizás estés cargando con el peso de su vida sin saberlo. Pero, ¿de que se trata todo esto?
Una explicación tal vez sería que la carga que lleva un nombre, pueda ser explicado por la teoría de las constelaciones familiares. Está probado que en muchos casos esta actividad transgeneracional hace que uno en su vida esté afectado por muchas cosas que son propias de la vida de un abuelo, tatara, bi o chozno, es decir del dueño original del nombre; pariente que tal vez nunca hemos conocido.
... Fui asmático de toda la vida... bueno de toda la vida no, -dice Eduardo- desde una vez que fui con mis viejos al cementerio, (hacía mucho calor) y veo en una lápida exactamente mi nombre, tendría 8 años. Mi mamá lloraba desconsolada. Ese día me enteré que tenía un hermano que tendría dos años más que yo y que se había muerto antes de nacer... Le preguntaba a mi padres: ¿como hacia para respirar enterrado ahí? y me explicaron que no respiraba que ahí uno iba cuando moría y se iba al cielo.
Si, a partir de ese día empezaron mis ataques de asma!
Para muchas familias poner el nombre de un familiar, del padre o abuelo es un honor y obedece a una tradición sobre todo para aquellas familias que actúan como clanes. Esto no está directamente ligado con pertenecer a una familia de abolengo o la oligarquía. Conozco gente que no clasifica para tal clase y se llama Roberto Alejandro, en tercera generación.
En el inconsciente, por ejemplo, llevar el nombre del padre habla de la necesidad de integración al nuevo miembro a través de este acto, así como también una forma de recordar a quienes fueron o son importantes en nuestra vida. Es resignificar los blasones de una época de esplendor que hubo en el linaje, que no está directamente relacionado a la vida real de ese antepasado. En muchos casos cuando uno "escarba" en la vida del difunto, se da cuenta que tales dotes, tales blasones, tal vez fueron inexistentes o es parte de la idealización de aquellos que nos refieren la historia.
O sea que ponerle el nombre de un antepasado a un recién nacido, trae consigo una serie de cargas y exigencias.
“Cuando bautizamos a un hijo debemos saber que junto con el nombre le pasamos una identidad, todos nuestros deseos aquellos que preexisten al niño aún antes de su concepción".
En 1989 y 1990 los registros civiles nacionales se vieron atiborrados por pedidos de padres que pedían ponerle a sus hijas el nombre de “Fiamma”, este era el del personaje de Andrea Barbieri en la novela “La extraña dama”, exitosísima tira de T.V que emitía el canal 9 de Romay. Hoy con 27 años a cuestas, esas mujeres están totalmente descontextualizadas con el nombre "en honor a ..." Algunas ni siquiera saben cuál fue la original, copias de una exaltación perdida en el tiempo.
Evitemos por tanto los nombres de los antepasados, de antiguos novios o novias, de personajes históricos o novelescos. Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra libertad y condicionan nuestra vida…”
¿Cuál es concretamente el efecto de repetir los nombres?
El psicoanálisis indica el peligro de este acto, ya que los nombres actúan como fotocopias y al ser repetido se devalúa y pierde fuerza. Además de mencionar que en la repetición está el riesgo de ser un “árbol que da frutos o bien plantas venenosas”. Esto es, podemos superar al original o estar siempre a la sombra de AQUÉL.
Para entender mejor esta teoría hay que explicar que los nombres tienen una vibración o fuerza. Si ponemos el nombre de un hermano muerto a un bebé, estamos en realidad dejando en el recién nacido la carga de ser como aquel hermano. Más todo lo traumático de la muerte del primero, los duelos inconclusos o el recuerdo de aquél que es cada día resignificado. Además si el nombre que ponemos tiene una historia de depresión sumamos esa carga a la nueva persona.
… Yo no manejo, -dice Jorge- siempre pienso en que me pusieron el nombre del hermano de mi mamá que murió en un accidente AUTOMOVILÍSTICO unos meses antes de mi nacimiento… Cuando le digo a mi vieja que quiero aprender a manejar se pone muy nerviosa y me cambia de tema…
La elección del nombre para el bebé es algo que debe llegar a ambos padres de manera intuitiva; no ser repetido, sino darle la oportunidad de comenzar algo nuevo. Cada nueva vida es un comienzo. Hay pautas de cómo mejorar esta situación para quienes ya están con este problema y sienten que están repitiendo la misma historia. Si el nombre que tenemos trae consigo una carga demasiado fuerte lo ideal es atreverse a cambiarlo, o bien, usar el segundo nombre. De esa manera, hacemos un corte y reducimos los riesgos de llevar con nosotros una carga o repetir la historia vivida por nuestros antepasados.
4 comentarios:
Creo que hay ciertas filosofías y postulados que pierden fuerza e importancia con el paso del tiempo. Le doy mas razón a la monogamia en África para conservar la identidad parental.
Hoy el EJERCICIO DE LA AUTORIDAD PARENTAL NO es exclusiva del varón.
Hay muchas mas mujeres (ya también bastante ausentes por necesidad) ejerciéndola y aunque sea obligadamente, en ausencia del padre. Menos mal que se descubrió la cadena de ADN, hoy podemos saber si somos hijos del que se señaló como nuestro padre o de algún amante de la vieja o al revés de otra mujer que no es realmente tu madre biológica.
La elección del nombre ha dejado de ser también cuestión relevante, si, la investigación por nombres "no comunes" que puedan ser aceptados y destacar una individualidad.
A mi hija mujer le iba a poner el nombre clásico de Cristina como primero. Opte por otro antes.
Quizás porque ambos nombres mi simpatizaban por la personalidad que trasuntaban dos compañeras de trabajo.
Eso si,,, mi abuelo se llamaba,,, José Maria, mi padre José Ramón y al hijito y nieto,,,, (yo),
no eran galllegos y de apellido asturiano poco común en la argentina, José Enrique, por el nombre de mi otro abuelo fallecido y en honor a su también trayectoria de vida. Por ello siempre fui llamado por el artante "Quique" y mi viejo el común "Pepe" Lo primero que hice al fallecer éste fué darme a conocer como JOSÉ (Fuí el unico que quedo vivo) para mis amistades, logrando también el cambio en algunas relaciones familiares,,,,
Fijate que a la muerte de tú padre operó la resignificación del nombre, ahi ya no era el nombre de él sino el tuyo.
Por supuesto que si. Mas allá de las convencionales primacías de padres sobre hijos para que pretender prolongarla por los nombres y el derecho natural de su uso?
SERÁS LLAMADO POR TU PRIMER NOMBRE.
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